Autor: JULIO MARCELO BRITO ALVISO | 07/06/2019
Ayer fue un día histórico porque BMW inauguró su planta de San Luis Potosí, cerrando el círculo de las grandes inversiones automotrices en México, bajo el amparo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que se firmó hace más de 20 años. Lo decimos, porque hacia adelante no hay ninguna inversión relevante en el sector automotriz que supere los mil millones de dólares. En la renegociación del TLCAN, que ahora se llama T-MEC y que está en los parlamentos de México, Estados Unidos y Canadá para su aprobación el mensaje es claro: México no puede atraer inversiones de gran calado, sino se quedará, en el mejor de los casos, como un maquilador triple A.
Desde que Donald Trump fue electo como presidente de Estados Unidos, México perdió su brillo para atraer inversiones. De hecho, de los últimos 10 grandes proyectos de producción automotriz, todos se fueron a los Estados Unidos bajo beneficios y amenazas. Las ganancias han sido en el terreno fiscal, con una baja importante en los impuestos ISR e IVA y las advertencias son que cuando alguna marca, como General Motors anuncia inversiones en México, son duramente reprimidas directamente por el presidente Trump.
Así que el festejo tiene ese doble sabor, porque BMW no produce en cualquier parte del mundo, por los altos niveles de calidad que exigen sus vehículos. La planta de San Luis Potosí refleja la época digital. Desde sus cimientos fue desarrollada con planos en tercera dimensión, que disminuye los errores y eficientiza los espacios. Es una planta hecha para los próximos 20 años.
Llama la atención por ejemplo, que la inteligencia artificial que se maneja en tabletas y teléfonos celulares son la base para la planeación manufacturera y permite una rápida y flexible interacción en los momentos de planeación. El papel, los planes, los memorándums quedaron en el pasado. Hoy todo está en la mano, disponible a toda hora.
Una verdadera lástima que no estuviera en la inauguración el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sabemos que su fuerte no es lo empresarial, pero en estos momentos de diferencias con el gobierno de Trump, el inaugurar una planta de talla mundial, de una de las marcas de manufactura más prestigiada, era el marco ideal para mandar mensajes y alentar la inversión.
En su lugar fue Alfonso Romo, jefe de la oficina de la presidencia, en su representación, pero hay serias dudas en el sector empresarial sobre su importancia dentro del gabinete de AMLO, que muchos reducen solo en acompañamiento. Si tan solo el Presidente tuviera su avión, seguro que podría encabezar la inauguración de la planta de BMW, pero andar a pie, tiene sus limitantes.
Por cierto, que Hermann Bohrer, director general de BMW planta San Luis Potosí, señaló que la coyuntura actual de las amenazas a imponer aranceles a México no les amedrenta. Al final, tienen razón, las inversiones se quedará ahí y Trump será historia.