Autor: admin | 06/01/2017
Por Julio Brito A.
En un ejercicio de reporteo entre las grandes empresas automotriz todo es silencio e incertidumbre. Desde México se desconocen a fondo las negociaciones y estrategia que se manejan en los corporativos de Estados Unidos. Por ejemplo, en el caso de Ford, la información no fue detallada y se abren incógnitas tan importantes como el futuro del Ford Fiesta, que actualmente se produce en Cuautitlán, Estado de México. Se espera que durante el desarrollo del Autoshow de Detroit se dé a conocer la postura final, porque será el escenario del lanzamiento de la nueva generación del Fiesta y deberán decir en dónde se producirá.
General Motors tiene programada una reunión de prensa en Detroit, previo al inicio del Autoshow y se calibrará hasta dónde son las presiones del presidente electo, Donald Trump y qué pedirá a la gran armadora. Exigir que dejen de producirse 4,500 Chevrolet Cruze en México parece demasiado poco a para las aspiraciones de un presidente de Estados Unidos.
Pero si las armadoras de Estados Unidos están llenas de incertidumbre, las extranjeras viven un momento más crítico. Por ejemplo, Toyota tiene una gran planta de ensamble en norteamérica, pero anunciaron una planta en Guanajuato para producir el Corolla, el sedán más vendido del mundo. Se supone que es competencia directa del Ford Focus.
Si Toyota mantiene su producción del Corolla en México arrasará con el Ford Focus y el Chevrolet Cruze, sólo por precio. No tendría competencia. El tema es saber si el presidente Trump se comprometió también con Ford a parar la planta de Toyota en Guanajuato, para evitar desventajas naturales.
