Autor: admin | 04/01/2017
Por Julio Brito A.
Por cualquier lado que se vea las presiones del virtual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, son una amenaza y potencial declaración de guerra comercial contra México. La situación no es sencilla. Primero fue Carrier y ahora Ford, quienes reculan y se ciñen a la estrategia, que tiene tintes de proteccionismo y nacionalismo de los años 70.
A México, por si fuera poco, le pega en la IED. Después de los dos casos antes mencionados hacer una inversión es como para pensarlo dos veces y ahora es más urgente que nunca, que Trump tome el mando del país y ya de gobierno a gobierno se fijen posturas. Con la actual estrategia, el Tratado de Libre Comercio tiene sus días contados, a menos que se vaya a un proceso judicial y esperar que ya como presidente Trump tenga que echar para atrás promesas.
Ford es víctima de las circunstancias y de ser considerada en Estados Unidos como una mala empresa, ahora resulta que es una corporación nacionalista, de esas que quiere Trump para forjar el futuro de Estados Unidos. En los próximos días General Motors subirá al ring y será sometida a la presión del nuevo presidente.
En el recuento de los daños hay muchas incógnitas. Al igual que en el caso de Carrier, en donde el triunfo de Trump luce pírrico, en el de Ford tiene la misma sensación. No hacen la planta, pero toda la producción de Ford Focus se va de los Estados Unidos a Hermosillo, Sonora México.
Lo natural es que la producción se mantuviera en Wayne, Ohio, pero de cualquier manera se traslada a nuestro país. Se entiende, aunque no se dijo, que si 700 millones de dólares de los 1,600 anunciados van a las nuevas plantas de Ford en Estados Unidos, ¿el resto se destinarán a México? ¿Qué pasa con la planta de transmisiones que haría en coinversión y la expansión en la planta de motors en Chihauhua?. ¿Alguién puede respondernos?
