Autor: admin | 21/09/2016
Por Julio Brito A.
No está lejano el día en que la ciudad quede paralizada y convertida en un gran estacionamiento. De poco sirvió el cambio de nombre a Secretaría de Movilidad y la construcción de los segundos pisos. Estamos a punto del colapso capitalino y lo más dramático es que a decir del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, no existe ninguna estrategia para una solución de fondo.
En una de esas largas noches rumbo a casa, escuché un resumen por la radio en donde el jefe de la ciudad recibía preguntas del público. Una de ellas fue sobre los riesgos de parálisis en las grandes vialidades y la contestación del gobernante es que se iban a seguir dos líneas de acción. Una coordinar los semáforos para agilizar el tráfico y la otra, que la verificación iba a ser más estricta, para que se contaminara menos.
Es increíble, pero el radioescucha fue más realista al pedirle a Mancera que descansaran un día los autos de manera obligatoria, no para contaminar menos, sino para que pudieran circular a velocidad mínima los vehículos. Lo único que atinó decir el jefe de Gobierno es que son 5 millones de unidades las registradas.
La política de movilidad ha sido un verdadero fracaso en la Ciudad de México en los últimos 12 años. El sistema colectivo, con base al Metrobus, es insuficiente y las ampliaciones del Metro han sido costosas, erradas y llenas de corrupción, de tal suerte que el precio final ha sido el doble y la ineficiencia mayor.
A manera de promoción se dijo que con los dobles pisos el conductor se iba a ahorrar hasta una hora para estar en familia y tener oportunidad de ir a comer. La realidad ha sido otra. Los tiempos se duplicaron y ahora los recorridos de una hora son de dos. Una ejecutiva que tiene su oficina en Polanco y vive en el Estado de México, resignada, dice que en días críticos llega a hacer hasta cuatro horas, solo en el trayecto de regreso.
La situación es dramática para millones de empleados, trabajadores y ejecutivos que deben hacer de 20 o 50 kilómetros de recorrido de manera cotidiana, en tanto que Miguel Mancera no sólo pasa por alto la urgencia de mayor infraestructura, sino que no existe ninguna planeación que pueda solucionar la parálisis de movilidad.
Nos gustaría que Mancera y sus colaboradores vieran de cerca el caso de la ciudad de Madrid. En los 90. La ciudad colapsó y se hicieron obras en gran escala. Decidieron construir cinco anillos periféricos en torno a la ciudad. En la Ciudad de México tenemos uno, que se inició en los años 50, pero es fecha que aún no se cierra. Es urgente infraestructura a gran escala, porque los costos en tiempo, productividad y eficiencia caerán como barajas y la ciudad petrificada, ante la indolencia de las autoridades.