Autor: JULIO MARCELO BRITO ALVISO | 08/11/2024
Dice la máxima biblíca que por sus actos los conocereis y la ventaja del regreso de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos es que ya tenemos una basta experiencia y sabemos de lo que es capaz. Quizás, quien mejor lo recuerde es Marcelo Ebrard, quien en la ocasión pasada le correspondió tratar el asunto migratorio como Secretario de Relaciones Exteriores, personalmente con Trump. Fue la época en donde el gobierno mexicano militarizó la frontera sur y se hizo cargo de cientos de migrantes de varios países que no alcanzaron el sueño americano, a cambio de que no subieran los aranceles a las exportaciones mexicanas.
El actual T-MEC -Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá- fue negociado en la administración de Trump en 2018. Fue una amarga experiencia porque de manera unilateral impusieron condiciones, que en otro clima México no hubiera aceptado.
Para muestra un botón: Jesús Seade, nuestro negociador regreso el 29 de septiembre de 2018 a la ciudad de Méxcico con los convenios del T-MEC ya acordados en Washington, pero resulta que al día siguiente Robert Lighthizer, representante de EU incorporó una cláusula de manera unilateral en donde autoridades de Estados Unidos vigilarían los procesos de elección de líderes sindicales, contratos colectivos de manera directa y que México debía de atenderlos con prontitud. Una intromisión sin precedentes. Hoy la secretaria de Economía y del Trabajo cumplen puntualmente con las peticiones de revisión que hace el departamento de Comercio de EU.
Obvio señalar que Jesús Seade protestó y señaló que esos no habían sido los acuerdos. Regreso a Washigton y al igual que Marcelo Ebrard tuvieron que aceptar las codiciones. Uno en tema migratorio y el otro en comercio. Así es Trump en la diplomacia.
En temas de inversión Ford había iniciado la construcción de una mega fabrica en San Luis Potosí. Los planes había comenzado desde antes de que Trump llegara a la Presidencia de Estados Unidos. Durante la campaña Trump acusó a México de robarse los empleos y ya en el Poder hizo que Ford se desistiera de construir la planta, con pérdidas superiores a los 100 millones de dólares.
Lo mismo hizo con Toyota, quien había programado una fabrica en Guanajuato de su famoso Corolla, el auto más vendido en el mundo. Su producción en México significaba un logro sin precedentes. Igualmente Trump invitó a Toyota a trasladar la producción a Estados Unidos y se buscó la salida de ensamblar la pick-up Highlux, una inversión a mucho menor escala.
Elon Musk tenía la firme intensión de invertir en una planta de Tesla en Nuevo León. Pidió al gobierno de López Obrador un aporte de 200 millones de dólares, mismo que rechazó el exmandatario y Musk tras sumarse a la campaña de Trump es evidente que la inversión terminará en una ampliación de la megaplanta de Tesla en Texas. Trump le dará algo más que 200 mdd.
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