Autor: JULIO MARCELO BRITO ALVISO | 28/08/2018
Los mercados bursátiles dieron su veredicto, al incrementarse hasta en 4 por ciento las acciones de las principales marcas automotrices de Estados Unidos, como General Motors, Ford y Fiat-Chrysler. En la primera etapa de renegociación del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y México si bien hubo cambios, ninguno fue tan dramático como para entorpecer los negociación de las marcas automotrices y mantener el negocio tal y como se ha venido desarrollando en los últimos 24 años.
Cierto que en la primera etapa de renegociación entre México y Estados Unidos se acordaron mayores restricciones para el comercio con arancel cero en América del Norte, todavía falta el acuerdo con Canadá para cerrar el círculo, pero no se espera ninguna disrupción, como la que sentenció el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que en su momento amenazó con imponer un arancel de 25 por ciento al comercio automotriz.
De acuerdo a varios analistas no cambiaría drásticamente la forma en que la industria automotriz lleva a cabo sus negocios. Esta es una victoria para la industria. Trump prometió que un nuevo trato regresaría a Estados Unidos los empleos que migraron, pero no hay indicios de que vayan a abandonar México. “La cadena de suministro no se verá afectada sustancialmente”, dijo Miro Copic, profesor de negocios en San Diego State. “Les da a los fabricantes la flexibilidad que querían”.
El nuevo convenio dice que al menos entre un 40% y un 45% del automóvil debe ser realizado por trabajadores que ganan al menos 16 dólares por hora para evitar aranceles cuando los vehículos se muevan a través de la frontera entre Estados Unidos y México.
También requiere que el 75% de las piezas de un automóvil provengan de América del Norte para evitar aranceles. Eso es alrededor de 12 puntos porcentuales más que el umbral actual.
Los expertos dicen que la provisión salarial podría inclinar la balanza cuando los fabricantes decidan si construir una planta en Estados Unidos o México, pero su efectividad también puede depender de cómo se haga cumplir.
Matthew Rooney, director de crecimiento económico en el Instituto George W. Bush, lo ve como una potencial “pesadilla de aplicación”.
Otros dicen que los cambios pueden no importar mucho, porque muchos de los autos que se ensamblan en México ya cumplen con las nuevas reglas. Esa puede haber sido una de las razones por las que la administración de Trump pudo llegar a un acuerdo.
“No anticipo que haya una gran caída en la economía mexicana como resultado de este acuerdo”, dijo Chris García, director ejecutivo de Vicar Financial y ex funcionario de alto rango en el Departamento de Comercio bajo Trump.
“Creo que no significará ningún cierre de las plantas aquí [en México]”, dijo Gastón Pereira, director ejecutivo de la firma de financiamiento digital QPagos, con sede en la Ciudad de México. “De hecho, el requisito de [más] contenido regional podría significar más inversión en plantas mexicanas”.
Aun así, los fabricantes de automóviles tendrán que observar de cerca sus cadenas de suministro en caso de que se concrete el acuerdo.
Si modificar las cosas costaría más que la tarifa de autos extranjeros, que es de alrededor del 2.5%, las compañías pueden decidir asumir el golpe e importar sus autos como vehículos extranjeros.