Autor: admin | 26/05/2015
Nissan Mexicana, que dirige Airton Cousseau, logró alcanzar la cifra de 10 millones de unidades vendidas en casi 50 años que tienen de operaciones, primero en Civac, en Morelos, y luego en Aguascalientes, en donde han levantado un imperio, que en breve alcanzará un millón de unidades ensambladas al año. A estas alturas, la cifra no parecería relevante, porque a ese ritmo se alcanzará en diez años, lo que llevó en el pasado casi cinco décadas.
Lo que pasa es que los tiempos cambian y durante más de treinta años se vivió en un mundo enfocado al mercado interno. Fue la gran filosofía de impulsar solo ventas locales, que hizo crisis en los 80s, cuando dejó de ser motor del desarrollo económico y se transformó en una economía liberal, más abierta, tras la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá en noviembre del 1994.
El éxito es indiscutible desde el lado que se observe. La globalización permitió que México se transformara en un exportador de respeto a los Estados Unidos, se atrajo la inversión, se generó mejor empleo y de calidad.
El mercado interno cuenta con autos que cumplen las más estrictas medidas de seguridad de los Estados Unidos. En México ya no se producen autos malos, quizás uno mejor que otro, pero al compararlos por ejemplo con las importaciones brasileñas se nota la falta de calidad de los terminados y ningún auto puede circular en Estados Unidos, porque no ha sido sujeto a sus estándares de seguridad y condiciones físico mecánicas, en especial la emisión de gases.
Nissan aprovechó de manera intensa la apertura comercial. Al cierre del 2014, Nissan alcanzó una cifra récord de producción de 805,871 unidades, lo cual representó un incremento anual del 18.47 por ciento, estableciendo con ello “una cifra sin precedente cada vez más cercana a la meta del millón de unidades producidas por año”. Es increíble, lo que en el pasado le llevó casi cinco años, hoy lo hace en 12 meses.
Las tres plantas de Nissan en México —Morelos y 2 en Aguascalientes— son de grandes ligas, con tecnología de punta y abarca todo el proceso, desde laminado, con enormes prensas que dan figura a la carrocería, hasta planta de motores y demás autopartes. Es un mundo integrado en torno a la ensambladora, porque ahí no hay almacén para guardar inventarios. El “jus in time” es como el Padre Nuestro para el católico y hay decenas de proveedores esperando que abran la puerta.
El vehículo 10 millones fue un Sentra SR azul eléctrico, producido en la planta Nissan Aguascalientes A1. Esta unidad será asignada al mercado doméstico y tendrá como destino un concesionario en Toluca, Estado de México, donde un afortunado cliente será dueño de la emblemática unidad.