Autor: admin | 14/10/2014
Joseph Chamasrour, director de Jaguar y Land Rover en México, pone en tela de juicio el concepto marca de lujo. Nos comenta que en aras de tener más ventas las tradicionales marcas como Audi, Mercedes Benz y BMW ofrecen autos que deberían ser considerados populares. Por ejemplo, Audi tiene una versión de su A1 en 284,700 pesos. Con esa cantidad si fuera reloj caro sería algo extraordinario, pero actualmente es una cifra en donde caben más de 40 modelos de autos. Entonces ¿dónde está la exclusividad?
La pregunta sería si el superlujo por sí mismo no puede ser democrático y por esencia excluye a gran parte de compradores de autos. En teléfonos celulares, hace tiempo, Apple comprendió que sus iPhone no están hechos para venderse como los Samsung, sino que buscan a los niveles pudientes como objetivo para sus productos. Baste decir que hay una versión bañada de oro, cosa que jamás haría la marca japonesa.
Uno de los fuertes argumentos de Chamasrour es para alcanzar los precios populares las marcas rasuran las versiones hasta quedar en puros huesitos. Digamos, lo indispensable para quedar en el límite. Les quitan el GPS, piel, vidrios eléctricos, etc. Así, que quien compra esas versiones lo que está luciendo es el logotipo.
Uno de los argumentos es que las marcas quieren engordar las cifras de autos de superlujo vendidos. Hoy vamos a ver niveles récord de ventas de autos de “autos caros”. Hasta diez mil unidades por marca, pero la pregunta sería, ¿Cuántos de ellos pueden ser considerados superlujo?